Me gustaba, el Samsung E250. Pequeño, pesaba poquísimo y a veces ni me daba cuenta de que lo llevaba encima. Además, la pantalla tenía una buena resolución y el software del fabricante era, cuanto menos, competente. La inclusión de una ranura para SD redondeaba el modelo, permitiéndome que le metiera de todo.
El problema vino con el tiempo. Este móvil no aguanta el desgaste: al cabo de un año y medio, se estropeó el móvil de la forma más tonta: al deslizarlo, la pantalla ya no se encendía. Adiós, Samsung, adiós. Una pena, aunque ya se ha quedado desfasado.
Eso sí, qué juegos más buenos tenía y qué simples eran.